DAVID MAYOR
Aprender a ir en bici tiene algo de virtud: el día en que tu padre suelta su mano del sillín te está enseñando las reglas del equilibrio. Y una puerta de entrada a ese mundo que consiste en seguir el hilo invisible de la vida sin demasiadas cuqueras y rasponazos está en el Parque Grande de Zaragoza; son muchos los niños y niñas que todavía aprenden allí el arte de las dos ruedas y el equilibrio. “Ahora hasta el fin del mundo”, escucho que dice un padre, el mío, el tuyo, el de cualquiera, mientras se para y uno continúa, titubeando el equilibrio, para siempre solo sobre su bici.
Hoy, mientras paseas por el alto del Batallador para estar en las nubes, recuerdas que ir al parque siendo niño era coger una bici de alquiler –casi siempre media hora por cinco duros– y poner en práctica tu equilibrio: explorar las veredas junto al río Huerva en busca del picapinos que nunca estaba, llegar hasta el Rincón de Goya como se llega al principio del tiempo, pasar por la estrella de Rubén Darío y mirar el cielo, imaginar que el Centauro Quirón te daba el mejor consejo, que Neptuno saltaba de su pedestal y con un golpe de tridente llenaba el parque con el mar. Hoy, aquí en las nubes, he recordado que mi padre me enseñó a ir en bici, que el equilibrio es la mejor virtud.
VIDEO-VOZ DE DAVID MAYOR
VIDEO-VOZ DE DAVID MAYOR (en Vimeo)
Aprender a ir en bici tiene algo de virtud: el día en que tu padre suelta su mano del sillín te está enseñando las reglas del equilibrio. Y una puerta de entrada a ese mundo que consiste en seguir el hilo invisible de la vida sin demasiadas cuqueras y rasponazos está en el Parque Grande de Zaragoza; son muchos los niños y niñas que todavía aprenden allí el arte de las dos ruedas y el equilibrio. “Ahora hasta el fin del mundo”, escucho que dice un padre, el mío, el tuyo, el de cualquiera, mientras se para y uno continúa, titubeando el equilibrio, para siempre solo sobre su bici.
Hoy, mientras paseas por el alto del Batallador para estar en las nubes, recuerdas que ir al parque siendo niño era coger una bici de alquiler –casi siempre media hora por cinco duros– y poner en práctica tu equilibrio: explorar las veredas junto al río Huerva en busca del picapinos que nunca estaba, llegar hasta el Rincón de Goya como se llega al principio del tiempo, pasar por la estrella de Rubén Darío y mirar el cielo, imaginar que el Centauro Quirón te daba el mejor consejo, que Neptuno saltaba de su pedestal y con un golpe de tridente llenaba el parque con el mar. Hoy, aquí en las nubes, he recordado que mi padre me enseñó a ir en bici, que el equilibrio es la mejor virtud.
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El dios que gobierna las aguas. Fuente de Neptuno (Tomás Llovet, 1833-1838), en el Parque Grande Labordeta.
© Angélica Montes
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Paseo de San Sebastián, en el Parque Grande Labordeta.
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Jardines versallescos en el paseo de San Sebastián. En el Parque Grande Labordeta.
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El agua protagonista del Parque Grande. Espectáculo de fuentes cibernéticas, paseo San Sebastián.
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Salvar el Huerva.
Puente de los Cantautores, antiguo Trece de Septiembre (1925). Entrada principal al Parque Grande Labordeta.
© Angélica Montes
Puente de los Cantautores, antiguo Trece de Septiembre (1925). Entrada principal al Parque Grande Labordeta.
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Quiosco de la Música.
Un capricho modernista construido en 1908 con motivo de la Exposición Hispano-Francesa.
© Angélica Montes
Un capricho modernista construido en 1908 con motivo de la Exposición Hispano-Francesa.
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“Niño con estrella”, monumento a Rubén Darío en el Parque Grande. Ángel Orensanz, 1967.
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Tranquilidad en la sombra de los pinos en el Parque Grande.
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Encuentro del paseo de Los Bearneses y el paseo de San Sebastián en el Parque Grande.
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A la sombra de una palmera en la plaza de la Princesa, Parque Grande.
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Paseo del Canal Imperial, flanqueado por enormes plátanos de sombra.
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A orillas del Canal Imperial puede tomarse una copa, escuchar música o contemplar los reflejos de la naturaleza y la ciudad.
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Escultura de ángel sobre la cúpula de un mausoleo en la parte antigua del Cementerio de Torrero.
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Sendero contorneado de pinos piñoneros en el parque Pignatelli.
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Colegio San Agustín, en Camino
de las Torres. Su construcción comenzó en 1931.
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de las Torres. Su construcción comenzó en 1931.
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